Dos senadores republicanos pidieron al presidente Donald Trump que entregue las supuestas grabaciones de sus conversaciones con el exdirector del FBI, James Comey.
Los legisladores Mike Lee, de Utah, y Lindsey Graham, de Carolina del Sur, dijeron que, si en realidad existen, el presidente debería entregar esas cintas.
En medio de la tormenta por el despido del exjefe del FBI, Trump amenazó a Comey para que no divulgara información negativa sobre él, con la sugerencia de que podría haber grabado subrepticiamente sus conversaciones.
Para Graham, senador republicano de Carolina del Sur, esa amenaza es una línea roja y consideró que la Casa Blanca debe aclarar las dudas sobre si efectivamente existen grabaciones.
“No se puede jugar con estas cosas. Si hay grabaciones de sus conversaciones, tienen que ser entregadas”, declaró a la cadena NBC.
La posición que han asumido Lee y Grahan respecto a las grabaciones, es una muestra de la actitud de varios senadores republicanos que, ante la errática volatilidad que ha mostrado Trump en apenas los primeros meses de su presidencia, han empezado a apartarse del mandatario para proteger su futuro político.
Los legisladores han llegado incluso a cuestionar abiertamente la decisión de Trump de despedir a Comey en momentos en que dirigía una investigación sobre los posibles lazos entre la campaña del magnate y el gobierno de Rusia.
Incluso, los legisladores que apoyaron la medida se han quejado en privado de que era poco oportuna y perturbadora para su trabajo.
“Parece que tenemos una revuelta, una crisis casi todos los días en Washingtonque cambia el tema”, dijo la senadora republicana de Maine, Susan Collins.
La última crisis que cambió el tema central en Washington ha sido las consecuencias del despido repentino del exdirector del FBI, quien encabezaba la investigación sobre los contactos entre la campaña de Trump y Rusia durante el proceso electoral.
Cuando el Congreso y la Casa Blanca son controlados por el mismo partido, los legisladores generalmente tratan de usar todo el peso de la presidencia para alcanzar las prioridades legislativas, a través de una visión clara y coordinada, paciencia con legisladores intransigentes y repetición de mensajes.
Pero el estilo intimidador político de Trump ha alterado las reglas de juego, asegura The New York Times.
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