Donald Trump trató este lunes de vestirse de estadista presidencial para frenar las suspicacias que levanta entre la comunidad judía de Estados Unidos. El multimillonario neoyorquino, que encabeza la carrera republicana a las elecciones presidenciales de noviembre, hizo una encendida defensa de Israel en un discurso en la conferencia anual del AIPAC, el poderoso lobby proisraelí predominante en Estados Unidos.
Trump fue otro Trump. Dejó de lado la retórica arrogante y condescendiente, y las críticas a sus rivales republicanos recurrentes en sus mítines electorales. El candidato habló con contención y expuso por primera vez en detalle sus propuestas en política exterior en Oriente Próximo.
El magnate inmobiliario se presentó como un amigo fiel de Israel —lo calificó como el "aliado más fiable" de EE UU y prometió mover de Tel Aviv a Jerusalén la Embajada estadounidense— y acusó a las autoridades palestinas de ser inflexibles ante una solución negociada que ponga fin al conflicto con Israel. Sus mayores reproches fueron dirigidos a Irán y a cualquier intento de la ONU de mediar entre israelíes y palestinos. "Naciones Unidas no es amiga de la democracia, de la libertad", proclamó sin entrar en detalles. Tampoco lo es, agregó, de EE UU o Israel.
El objetivo de Trump era disipar las dudas que propician en la comunidad judía, que vota mayoritariamente a los demócratas, algunas de sus opiniones en los últimos meses. El republicano ha sido criticado por prometer mantenerse "neutral" en una negociación entre Israel y Palestina, utilizar estereotipos sobre judíos, señalar a la población árabe al prometer vetar su entrada a EE UU y no desmarcarse con claridad del apoyo del grupo supremacista blanco Ku Klux Klan.
Trump fue recibido con más escepticismo que entusiasmo cuando accedió al pabellón deportivo que acoge la conferencia del AIPAC, que tiene un enfoque conservador y de defensa de la seguridad de Israel. En la cita de este año han participado cuatro de los cinco candidatos demócratas y republicanos a la Casa Blanca, y el vicepresidente estadounidense, Joe Biden.
"He sido un defensor toda mi vida de Israel", dijo Trump solo arrancar su discurso ante unas 18.000 personas. Según avanzaban sus elogios al Estado judío y críticas a sus enemigos, crecieron los aplausos y vítores al republicano. No hubo protestas visibles del público. Un grupo de rabinos prometió la semana pasada abandonar el recinto durante el discurso de Trump.
Trump trató de enfatizar su imagen de gestor duro y eficiente para cortejar a los asistentes. Se mostró muy crítico con Irán —en un guiño al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu— y el Gobierno del demócrata Barack Obama. Cuando dijo que está en su último año de presidencia, hubo un sonoro aplauso del público. "Puede que sea lo peor que le haya pasado a Israel. Creedme", dijo. Trump prometió reformular el acuerdo sobre el programa nuclear de Teherán alcanzado en julio y responder con firmeza ante cualquier intento de Irán de amenazar a Israel o tomar acciones desestabilizadores en la región.
El republicano no expuso ninguna estrategia de paz entre Israel y Palestina, en un reflejo de su reticencia al intervencionismo exterior y la escasez de propuestas concretas de su campaña. Sin repetir su apuesta por la neutralidad, dijo que EE UU puede ser "útil" en una hipotética negociación, pero subrayó que "nadie" le puede decir a Israel qué debe hacer y que son las dos partes —israelí y palestina— las que tienen que negociar.
En sus críticas a una hipotética mediación de la ONU entre Israel y Palestina, que prometió vetar si es presidente, Trump coincidió con Hillary Clinton, a la que acusó de hacer muy poco por Israel como secretaria de Estado del primer mandato de Obama. La favorita para hacerse con la nominación demócrata a la Casa Blanca se había opuesto unas horas antes en el mismo escenario a una hipotética resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que fije las bases de un posible acuerdo de paz. Obama no ha cerrado la puerta a esa posibilidad.
Trump acusó a la ONU de "debilidad e incompetencia" y dijo que un acuerdo de paz impulsado por el organismo multilateral "deslegitimaría" a Israel e impulsaría el terrorismo palestino. "En la sociedad palestina, los héroes son lo que matan a judíos. No podemos permitir que esto continúe", dijo al final de su discurso. Trump se marchó del pabellón entre muchos más aplausos que los que escuchó a su llegada.
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