El fenómeno de la "ingeniería social" está detrás de la gran mayoría de los trucos de cibercriminales exitosos.
Lejos de lo que puedan pensar, no estamos hablando de un nuevo y sofisticado término tecnológico, sino de algo de toda la vida, base de los clásicos "timos" o "estafas" que se aprovechan de la inocencia o la guardia baja del incauto.
En la modernidad esto ha sido actualizado, y en el mundo de la informática estos trucos reciben nombres como "phishing" o "smishing".
Estamos hablando de algo que saca partido de determinadas idiosincrasias humanas, lo que podríamos llamar los "siete pecados capitales" de la ingeniería social.
Alan Woodward, quien trabaja como consultor en ciberseguridad para el gobierno de Reino Unido, explica cuáles son estos pecados con graves consecuencias tanto en el mundo real como en el del ciberespacio.
Apatía: Normalmente asumimos que otros "deben" haber tomado las precauciones necesarias para mantenernos seguros.
Tristemente, esto nos lleva a una falta de conciencia del peligro y en el mundo de los hackers esto puede ser fatal.
Cuando estamos en un hotel y programamos un número para la caja de seguridad con el fin de mantener nuestras pertenencias a buen resguardo, ¿a alguien se le ocurre asegurarse de que el número de anulación de código está a salvo?
Porque casi siempre estos números son 0000 o 1234.
Curiosidad: Los seres humanos somos curiosos por naturaleza. Sin embargo, la inocencia o la curiosidad desinformada genera muchas víctimas.
Los criminales saben que somos curiosos y tratan de tentarnos con ello.
Si vemos una puerta desconocida en un edificio que frecuentamos, todos nos preguntaremos adónde lleva y nos veremos tentados a abrirla y averiguarlo, lo que en el mundo de la red puede ser una trampa esperando al usuario inocente.
Un colega creó una página de internet con un botón que decía "no apretar" y se quedó sorprendido al ver que la mayoría de gente hacía clic.
Sea curioso, pero tenga un grado saludable de sospecha.
Candidez: A menudo se piensa que esto es un término despectivo, pero lo cierto es que todos pecamos de ello: hacemos suposiciones.
Nos tomamos en serio lo que otros dicen, especialmente fuera de nuestras áreas de especialización. Vemos un informe de alguien y asumimos que tiene autoridad.
Los timos de "phising" involucran correos electrónicos diseñados para que los internautas revelen sus palabras clave.
Se le da a un email una apariencia oficial usando el logo creíble y aparentemente procedente del correo electrónico correcto, y asumimos que es real, a pesar de cuán tontas son las instrucciones que da.
Todo esto puede ser fácilmente recreado en la red, así que nunca dé las cosas por sentadas.
Cortesía: Todos les enseñamos a nuestros hijos a comportarse educadamente. Sin embargo, la cortesía no significa que no deberíamos discriminar en el mundo de internet.
Si usted no sabe algo, o siente que algo no está bien, pregunte. Este principio es más aplicable que nunca en el mundo virtual, donde se nos pide interactuar con gente y en sistemas que no nos son familiares.
Si alguien le llama de la nada y le dice que es de su banco, ¿le creerá? No, llámalo usted.
Y use un teléfono móvil, ya que las líneas fijas pueden quedarse conectadas a la persona que hizo la llamada en primer lugar y, aunque piense que está llamando al banco a un número válido, le estará hablando a la persona que lo llamó.
Avaricia: A pesar de lo que algunos puedan decir, todos nosotros somos susceptibles a la avaricia, incluso cuando no nos sentimos avaros.
Desde su nacimiento, la cultura de la red ha fomentado el compartir cosas gratuitamente.
Inicialmente esto se aplicó a trabajos académicos, pero a medida que internet empezó a ser comercializada a mediados de los años 90 nos dejaron con la impresión de que todavía podemos encontrar algo a cambio de nada.
Nada es realmente gratis en la red.
Tienen que recordar que, si no son un cliente que paga, es probable que usted sea el producto.
En el peor caso, descubrirá que ha descargado algo en su computador que está lejos de ser aquello que "adquirió".
Muchos virus maliciosos malware son descargados por personas que no son conscientes de que el producto "gratuito" tiene consecuencias, incluso cuando parece que hace lo que estaba destinado a hacer.
Timidez: Las personas evitan preguntar a extraños por su tarjeta de identificación, y en el mundo en línea es incluso más importante pedir las credenciales de aquellos a los que confiamos información sensible.
Una llamada de un equipo de mantenimiento informático puede ser en realidad una llamada de cibercriminales en un continente distinto.
No deje que las circunstancias lo lleven a revelar su identidad.
Por ejemplo, si alguien de mantenimiento informático le pide su contraseña para arreglar su problema, ¿cómo sabe que no han llamado a alguien más en el edificio para averiguar que usted es el que tiene la dificultad?
Este es un ataque muy común. Si al que llama le cuesta demostrar quién dice que es, debería sospechar inmediatamente.
Irreflexión: Pensar antes de actuar es el modo más efectivo para protegerse. Es demasiado fácil hacer clic en ese vínculo... ¡Pare!
Cuantos de nosotros, cuando leemos un vínculo aparentemente válido en un correo electrónico, nos molestamos en revisar si es realmente válido y nos desvía a una página maliciosa.
Es terriblemente fácil hacer que los vínculos parezcan válidos para atraer nuestro cursor por unos segundos antes de que apretemos para comprobar lo que es realmente: el vínculo real aparecerá si espera un momento.
Por muy cínico que parezca, la única forma de evitar esto es que practiquemos el ABC en estos casos: no asuma nada, no crea en nadie y revise todo.
Teniendo en cuenta que cada vez son más los que realizan sus compras navideñas por internet, deberíamos estar atentos frente aquellos que quieren explotar nuestros siete pecados capitales.
No dé a los delincuentes la oportunidad de arruinar sus vacaciones y recuerde que un poco de paranoia es importante en la internet.
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