La risa: un estímulo de doble vía en la crianza

Antes, cuando los niños decían palabras descompuestas o respondían a sus padres con una rabieta exagerada, estos los corregían a correazos limpios, comenta Roxana González, psicóloga clínicainfantil-juvenil.

“Hoy día, cuando le toca a esa infancia ser cabeza de la familia, esta opta por aplicar una disciplina más suave y holgada”, externa la también terapeuta familiar y de pareja.

Con sonoras carcajadas, indica, pretenden inyectar humor a todo lo que hacen sus hijos. “Muchos creen que con eso se están gozando a plenitud este importante período de la vida, por eso no distinguen las consecuencias a largo plazo, tanto para ellos como para los pequeños”, agregó. 

Siempre y cuando se sepa adecuar al momento, la risa reporta beneficios dentro del seno familiar. Después de intercambiar experiencias o concluir el tiempo de juego, es bueno reírse, pues afirma la alegría de compartir e incita a repetir dinámicas constructivas.

No obstante, los padres deben recordar ser oportunos con esta reacción.

“En el momento que el niño se porta mal y usted se ríe, aprueba su comportamiento”, expresa González. “Y cuando trata de enmendarlo con llamarle la atención o pegarle, lo rechaza casi al instante”.

Según la especialista: “Esto es totalmente patológico al mundo interior del niño, ya que lo desasocia totalmente de la realidad”.

Al final, explica, el pequeño no entiende nada y, de acuerdo con teorías psicológicas estadounidenses, la situación puede causarle esquizofrenia.

Ana Vargas, psicóloga clínica, expresa: “El hijo percibe incompetencia de sus padres (cuando estos se ríen de sus malas conductas) y casi siempre termina perdiéndoles el respeto. Como consecuencia, tenemos hijos rebeldes ante la autoridad, descontrolados o que pudieran llegar a ser antisociales”.

Indica que el favoritismo hacia el hijo o la hija, el que los padres asuman una postura cómoda o, lo más frecuente, que ignoren cómo educarlos puede causar que estos eduquen inadecuadamente.

La situación empeora cuando mamá y papá no muestran el mismo sentido del humor frente al infante. González dice que así comienzan los problemas de pareja: uno termina invalidando al otro, “y esa es la mejor receta para crear un hijo delincuente”. 

“Los métodos para disciplinar a los hijos varían según los valores transmitidos en la familia o la educación lograda a lo largo de la vida”, explica Vargas. Por tanto, aclara: “No puedo dar una receta específica pero, en general, reforzar las conductas positivas es una buena acción correctiva”.

“Al reaccionar solo ante lo malo que hacen los hijos y no decir nada de lo bueno, se extingue la buena conducta y se refuerza la mala”, dice.

Mientras, González exhorta a corregir en el momento. “Es importante que los padres enseñen a los hijos que cada acción tiene su consecuencia”.

Sin embargo, si la risa le ganó, la especialista recomienda reconocer el error frente a los hijos. Pedir perdón, dice, los hace más confiables y humanos.

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