Es tiempo de sacar los ahorros, abrir los abrigos y sacos de dormir al sol y empezar a subir y bajar escaleras.
A 3,087 metros sobre el nivel del mar, el pico más alto del Caribe espera por los viajeros que cada año escogen el mes de enero para internarse en las montañas de la cordillera Central, sortear valles y caminos peligrosos y alcanzar su triangular cima.
Este año, el frío amenaza con ser el principal enemigo de la aventura ecoturística que tiene lugar en el Parque Nacional Armando Bermúdez y sus alrededores, cualquiera que sea la ruta escogida para subir. De eso dan cuenta las bajas temperaturas que ya comienzan a sentirse en las montañas más altas del territorio nacional.
Y después del frío, el miedo a los precipicios, a los mulos que por saberse el camino no obedecen, a las aguas que bajan formando riadas, a las piernas que flaquean y al cansancio que revienta.
Pero todos son riesgos que se toman con gusto si, a la vez, el paisaje nos ofrece las más hermosas panorámicas de los pinares y helechos gigantes que reinan en lo alto, el chirriar de aves jamás vistas, caminos dignos de formar parte de una película, riachuelos de aguas frías, noches al calor de una fogata y, al final, la dicha de obtener el gran premio: tocar, besar, fotografiar y mirar el busto de Juan Pablo Duarte y la bandera dominicana.
Una aventura que, sin duda, jamás se olvida.
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